Separada por miles de kilómetros de distancia del foco original en China y con un océano de
por medio con el entonces vapuleado sur de Europa, América Latina disponía de algunas
ventajas para gestionar la pandemia de la COVID-19. La región registró oficialmente su primer caso el 26 de febrero y, un mes más tarde, cuando Italia ya superaba los 60.000 contagios y los 6.000 muertos, el país latinoamericano más golpeado era Brasil, con apenas 25 fallecidos.
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